domingo, 15 de marzo de 2020

Es difícil encontrar las palabras para describir lo que pasa por nuestras cabezas y mentes estos días, pasamos de una rabia contenida por décadas a un estallido social de malestar y construcción política colectiva, que ha sido constantemente reprimida por las fuerzas del orden y el poder político estatal. Decir que Chile es un oasis para el crecimiento económico y a la semana estar en "guerra" declarada por el oficialismo es una dicotomía abismante que solo genera mayor separación entre el poder institución y el poder social.

Las reflexiones y lecciones políticas del periódico histórico han sido muchas, con sentido y sin sentido, con rabia y malestar y, desde los pedestales de la élite social y económica, con odio de clase declarado hacia quienes nos movilizamos por una vida más digna que siento necesario abrir nuevas frentes de discusión y análisis sociopolítico.

La psicología por décadas, siglo me atrevería incluso a esbozar hoy, ha estado marcada por paradigmas científicos que han buscado la homologación de miradas y tratamientos para el malestar subjetivo del sujetx, aliniandose con el orden establecido por el Estado neoliberal impuesto en Chile a punta de fusil, adoctrinando la construcción yoica del sujetx y encuadrando la expresión del malestar en descripciones de manual como el DSM o el CIE 10, no estoy desconociendo la existencia de dichas patologías sino más bien apuntando a la despatologización del malestar social y las problemáticas sociales.

A nivel mundial, distintas corrientes y colegas han escrito respecto a los efectos históricos y psicológicos del negativismo histórico y el relativismo de las violaciones a los Derechos Humanos. Claro el ejemplo de Brave Heart, quien en 1995 apunta el termino Trauma Histórico, el cual se describe como "un trauma colectivo infligido a un grupo de personas que comparte una identidad o afiliación, que se caracteriza por el legado transgeneracional de los eventos traumáticos experimentados y se expresa a través de diversas respuestas psicológicas y sociales" (Evans, 2008). En esta línea, hablar de un Estrés postraumático nos queda corto. En Chile hoy vivimos una guerra psicológica sacada de los manuales de guerra más antiguos y de las peores epocas de nuestras vidas.

Así también, la Psicóloga chilena Elizabeth Lira en su texto Trauma, duelo, reparación y memoria (2010) señala:

La prolongación de la violencia por años o décadas genera acostumbramiento. Paradójicamente, la denuncia que se repite una y otra vez contribuye a que, para la
mayoría de esa sociedad, esos horrores se vuelvan invisiibles y que el trauma y el sufrimiento se transformen en un asunto privado de las víctimas. Cuando las violaciones de Derechos Humanos se tratan políticamente como si no hubiesen existido o, de haber existido, como el costo necesario de la paz, es como si estas sociedades se convirtieran metafóricamente en sociedades ciegas,
sordas y mudas al dolor y al horror, donde las voces no resuenan porque no hay nadie que escuche"

Si, las redes sociales estan llenas de mensajes de odio y maltratos


 final del conflicto implica hacerse cargo de las ten-
siones surgidas de estas distintas visiones, establecer el
imperio de la ley y el reconocimiento de los derechos
de todos, garantizando mediante condiciones legales,

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