viernes, 16 de noviembre de 2018

Años sin escribir, sin recurrir a esta forma de descomprimir mi corazón y sin duda, años con la necesidad latente de desplegar mis sentimientos de forma consciente.

Una mirada perdida, una sonrisa encarnada, una broma constante y tu mirada clavada en mis pupilas y es que no puedo dejar de pensar en cómo me fue a pasar, denuevo acá y la misma sensación de vacío constante, de querer sin que te quieran, de someterse ante el vacío de un corazón ajeno que no quiere a nadie más que a sí mismo, que no está destinada al querer y mucho menos, que te quieran como quieres tu a un otr-.

Me pregunto constantemente en que minuto me deje caer así si no diste nada para que te quiera, escucho una y otra vez la canción en que nuestros ojos de conectaron, reviso una y otra vez las caricias que nos entregamos en la naturalidad de la vida, tus manos tranquilas y coquetas que me buscaban en el anochecer, tus labios partidos de palabras que nunca te atreviste a decir y tus oídos sordos ante mis reclamos cálidos de cariño. Y es que no se en que minuto nos perdimos de la entrega desinteresada que manteniamos, de la búsqueda constante de ser mejores juntos sin siquiera estar juntos.

Siento que detesto el día en que te conocí, en que te hablo, en que te miré, que detesto tu mirada coqueta y tus manos que me buscan en la naturalidad de nuestras vidas, siento que me detesto por comprenderte y por dejarme de lado, nuevamente. Será que simplemente no estamos hechos para querernos.

Que sentimiento más de mierda el volver a estar vacía, volver a enfrentarme a una mirada de reproche constante, volver a sentirme total y constantemente sin vida.

Pero esto último no es por ti, no, es por mí. Por esperar lo que nunca llegaría, por comprenderte sin tener que hacerlo, por quererte más allá de lo que eras, pero si esta vez te miré tan cual eres, con tus defectos y terrores, esta vez no te idealice, no te sobre valore pero me infravalore a mí.

Y eso es lo que más duele. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario